Melany

Si tengo que hablar de Melany voy a hablar de lo más importante de todo, ella me cambió. No es mentira lo que digo, soy una persona muy diferente a la que se encontró con ella por primera vez en la época de la cuarentena. Y no es que yo sea un chico joven buscando experiencias, soy un hombre maduro que pensó que sabía lo que quería. Pero saben que: estaba muy equivocado. Yo tenía experiencia con amas que me conocían y me hacían sentir mucho pero mucho placer, me humillaban, me penetraban, me trataban de cornudo, se orinaban en mi cuerpo y en mi boca. Y yo pensaba que ese era mi límite, que esos juegos me alcanzaban. Hasta que conocí a Melany. Llegamos al mismo tiempo a su depto., había doble morbo, burlar la cuarentena y conocerla por primera vez, pero lo que no me esperaba es que Melany fuera tan pero tan hermosa. No exagero, podría ser actriz o modelo, le sobra esa carita pícara y perfecta para sacarle lo que quiere a cualquier hombre. ¿A quien no le pasó de estar con una ama y sentirse tan atraído físicamente que luego de charlarlo la sesión deriva en otra cosa? En una cogida con algún aditamento pero una cogida al fin. Con Melany no, cuando apareció semidesnuda en el cuarto con ese cuerpo recién salido del infierno se lo propuse, mejor cojamos. Me miro a los ojos con esa seriedad tan pero tan cruel y me dijo bien clarito que jamás en mi vida iba a coger con ella. Seria y desafiante mirándome a los ojos comenzaba a cagarme la cabeza y mi autoestima, por primera vez la humillación no iba a ser un juego, un pacto con límites. La humillación y la crueldad de golpe eran reales. La veía sonreír y disfrutar al ver mi cara de frustración. Me sorprendió su decisión y confianza para empezar a darme ordenes. Me llevó por delante y no podía resistirme, pero me leyó en seguida, sabía que ya me tenía en su poder, que me había conquistado y podía hacer conmigo cualquier cosa que yo la iba a dejar, pequeñas cosas que nunca me gustaron ni había querido probar, detalles, pero que me iban a llevar al placer máximo, un placer físico y mental. La sensación escalofriante de que una pendeja hermosa de la mitad de mi edad me tratara como su muñeco, como a una toalla para secarse el culo. No jugamos a la humillación, me humilló de verdad física y espiritualmente. Al estar en el piso arrastrado frente a ella recibiendo tremendos cachetazos, escupiéndome con desprecio, abriéndome la boca para llenarla con su exquisita saliva, obligando a que me tragara sus consoladores, hasta el fondo, obligándome a tener arcadas y no poder respirar, a sentir sorpresa, después enojo y después sorpresa nuevamente, pero ahora sorpresa por mi. Ahí estaba yo volviendo a abrir la boca otra vez, teniendo una erección violenta mientras trataba de respirar y la saliva se me iba los pulmones atragantándome, todo alternado con violentos cachetazos. Colorado, respirando con dificultad con gusto a preservativo en la boca y llorando, como una nena indefensa y abusada, pero el llanto era también de emoción. Por primera vez mi cuerpo y mi mente sentían juntos un placer más fuerte que la necesidad de vivir. A partir de ahí ¿que no me hizo? Me volví suyo, no pude dejar de verla. Y sé que estoy enganchado de por vida. Le conté cosas y experiencias de mi juventud que tenía guardadas para mi, por la vergüenza que me causaban, cuanto más humillante mi relato más se excitó Melany. Hace poco la hice venir a casa, le dije que ese día no estaba dilatado: no importó. Me penetró en la cama, en el sillón nuevo, en la cama otra vez, cada vez con pijas más grandes y termine temblando frente al espejo del baño viéndola en el reflejo a los ojos mientras disfrutaba de culearme con una pija negra y enorme, “como las que te gustan a vos” me decía, “como la del pendejito que te cago a piñas en Brasil y te hizo su puta toda una tarde”, tomándome fuerte de la cintura, siempre sonriendo y mirándome a los ojos y dentro de mi alma. “Tu ex mujer está cogiendo así ahora Pablo, está semana cogió mas que con vos los últimos dos años, cornudo” Mientras me taladraba 25 cms. de pija negra y yo me miraba en el espejo y no me veía más, veía a otra persona diferente, sumisa, feliz de ser cogida como una puta. Acabé en el piso, llorando, mitad por la humillación y mitad emocionado de haber alcanzado el nirvana del placer con mi princesa satánica. Esta semana la voy a ver otra vez, no sé que va a pasar, no sé que va a hacer conmigo, solo sé que lo voy a disfrutar porque ella me cambió. Ya no soy yo, soy otro más feliz por entregarse y que aprendió que podía disfrutar mucho más convertido en su puta. La amo. Pablo